Resumen
Profundas diferencias de matriz influyen procesos de integración, y, en gran medida lo europeo de aquel suramericano. No hay sin embargo, como escapar de una base común que preside toda y cualquier construcción comunitaria.
Por las peculiaridades de modelo presidencialista, y en particular en América Latina, con la rígida concentración de poderes presidenciales, suena improbable pensar la soberanía compartida. La forma de integración intergubernamental, donde el mecanismo decisorio está alineado en el consenso, y más que eso, en la unanimidad, es aquella con menor nivel de interdependencia entre Estados, la de prescindir de altas autoridades y de sus órganos supranacionales. Por lo tanto, parece el modelo POSIBLE DE ADOPCIÓN por la construcción de bloques económicos de construcción lógicos en la perspectiva de los regímenes estrictamente presidencialistas.
En el actual momento europeo, cuando surgen perceptibles tentaciones de volver a nacionalismos exacerbados y la plena autonomía e independencia, la comparación entre los modelos parece conveniente y oportuna. Contra de sus posibles problemas, no parece diagnóstico acertado imaginar que faltó supranacionalidad en Europa de derecho comunitario de efecto directo y de aplicación inmediata de la normativa comunitaria. Los problemas de su gobernanza son más amplios y hacen revivir asimetrías esenciales, desafíos de una Europa tal vez exageradamente dimensionada, tanto en el plano geográfico, como institucional.
De la experiencia europea derivan dos importantes lecciones a ser de inmediato consideradas en relación al MERCOSUR. Primero, no dar seguimiento el modelo supranacional “tout court”, no propiamente por sus eventuales deficiencias, sino por sus exigencias difícilmente a la altura de la realidad política latino americana. Después, como segunda lección, la conciencia de que crecer, tanto en el sentido de ampliación comunitaria, en cuanto en nivel de institucionalidad, requiere planificación y gestión extraordinaria.